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Eduardo Escobar: el legado del poeta nadaísta

Eduardo Escobar: el legado del poeta nadaísta

Cortesía El Tiempo

El poeta y periodista Eduardo Escobar, falleció el lunes 18 de marzo, a causa de un cáncer de pulmón que ya llevaba tiempo combatiendo. A raíz de su enfermedad había sido internado en los últimos días, en la Clínica Oncológica de Envigado.

El nadaísmo: legado del Antioqueño

Alrededor de su carrera como poeta, Eduardo Escobar se desempeñó en varias vertientes artísticas, como escritor, periodista, cuentista y ensayista. Eduardo recorrió todas las aristas del arte y escribió con sus letras poemas plagados de bohemia que deslumbraron, y siguen deslumbrando a los antioqueños.

Fue uno de los precursores del movimiento nadaísta, y director de "La Viga en el Ojo", una de las primeras revistas nadaístas del país. Pasó por distintos periódicos colombianos, entre esos El Tiempo, donde escribió columnas como Contravía, llegando a ser premiado con un Simón Bolívar por su obra.

A sus 81 años, el artista plasmó sus ideas en aproximadamente treinta libros de poesía, cuentos y ensayos, siendo este el mejor biógrafo de su propia vida. Ejemplo de esto, son las memorias, pensamiento y filosofía que retrata en su libro Nadaísmo crónico y demás epidemias (1991):

«... No sólo de poesía vive el hombre y menos en Colombia traficando con
libros narcóticos. Para sacudir la inopia, como tantos otros antiguos y modernos
poetas o simples mortales, recurrí a mil oficios ramplones y actividades prosaicas:
fui auxiliar de contabilidad en una pesadilla, patinador de banco todo un junio,
mensajero sin bicicleta en una oficina de bienes raíces mientras leí Teoría del
desarraigo, fabriqué bolsas de polietileno, joyeros de cartón y terciopelo, fui
almacenista, leí a Joyce en una bodega, me desempeñé también como anticuario
ambulante, como vendedor de muñecas de navidad fuera de temporada, de
diarios y semanarios y mensuarios a la entrada de una clínica de lujo. Artesano de
baratijas de cobre. Armador de faroles para barco. Promotor de rifas clandestinas
sin premio, por el apremio. Ayudante de cocina por el arroz con chipichipi. Pastor
de aves de corral. Maestro sablista del sutil abordaje. Cantinero. Escritor de
nimiedades para revistas intrascendentes. Crítico de arte mercenario. Hasta
campanero fui de una pandilla de marihuanos. Así aprendí a odiar el trabajo
sudando petróleo...».

La obra de Eduardo Escobar, representa la esencia misma de la poesía y el arte bohemio e inspirador del antioqueño, convirtiendo sus memorias en un legado que perdurará a través del tiempo, en la tinta y el papel.

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