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A medida que aumentan las ciclorrutas en la ciudad parece que también lo hacen las imprudencias, acompañamos a una ciclista por las calles de Laureles a quien le fue imposible transitar por los sitios demarcados.
La mujer que transitaba en el barrio Laureles con su bicicleta por el carril de la ciclorruta debió salirse hacia la vía y compartir con los demás vehículos al percatarse de que varios carros estaban parqueados en una sola cuadra, en el carril que era exclusivo para ella, incluso se alcanza a ver a un hombre con trapo rojo a la espera de más carros.
La ciclista cruza una calle y nuevamente en la cuadra que sigue lo que encuentra es una larga fila de carros estacionados dejando pocos metros entre unos y otros como si la señalización no fuera evidente. Transitando al borde del que debería ser su carril, la mujer debe abrirse para darle paso a otro ciclista que, como ella, también encontró la ruta bloqueada en el sentido contrario.
Aunque la ciudadanía pide más espacios para las bicicletas y en la ciudad ya se han adecuado cerca de 45 kilómetros de ciclorruta, este es tan solo uno de los malos ejemplos que otros actores viales le están dando.
