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Los trastornos de conducta alimentaria (TCA) afectan a más de 70 millones de personas en todo el mundo, y en mayor proporción a las mujeres y población adolescente.
Aunque no lo parezca, una de las recomendaciones de investigadores y médicos para manejar los trastornos alimenticios es el lenguaje. Desalentar las charlas y las bromas acerca del peso, como una buena forma de establecer hábitos saludables.
Otra de las recomendaciones es comer en familia con mayor frecuencia, monitorear la perdida de peso en pacientes a quienes se les haya aconsejado perder peso y promover una imagen corporal saludable.
Sin embargo, la pandemia y la incertidumbre social y económica durante los meses de confinamiento hicieron meollo en la salud física y mental de muchas personas, por eso es importante detectar esta condición a tiempo. En especial, porque las consultas por trastornos de conducta alimentaria han aumentado.
Pero, ¿Cómo podemos detectar este tipo de trastorno en personas de nuestro entorno familiar o social?
Suele pasar que prestamos atención a las enfermedades cuando ya se encuentran en nuestro cuerpo, pero en todo caso hay señales notorias que alertan de la presencia de TCA, entre ellas la pérdida de peso sin una razón o explicación clara. Este síntoma trae consigo la caída del cabello, frío constante en el cuerpo o irregularidades en el periodo menstrual, en el caso de las mujeres.
Aunque, no todos los casos son iguales, en lugar de que haya una pérdida de peso notoria puede no haber variaciones en el peso o por el contrario, que el peso aumente considerablemente.
Otro de lo síntomas a detectar es a nivel de comportamiento. Pasa que las personas con este trastorno incrementan su interés por temas gastronómicos y por cocinar a otros alimentos que ellos no consumen o llevar una dieta exageradamente saludable, eliminando alimentos que antes sí le gustaban.
Por otro lado, también es posible que la persona esconda los alimentos para su posterior consumo o que se busque vomitar lo que ya ha ingerido. Este último, pasa porque los afectados pueden sentirse culpables por consumir ciertos alimentos o en determinada cantidad.
El estado de animo es otro síntoma asociado a los trastornos de conducta alimentaria, donde los afectados se sienten tristes, irritados, bajos de autoestima y con cambios de humor frecuente.
Finalmente, la insatisfacción con su cuerpo los pone en una carrera contra reloj para llegar a los estándares de belleza establecidos y no sólo eso, se esfuerzan al máximo se extralimitan con sus estudios o el ejercicio.
Así puede identificar si en su familia alguien padece un trastorno alimenticio
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