Once Caldas cayó 2-0 frente a Independiente del Valle en el partido de vuelta por los cuartos de final de la Copa Sudamericana y le puso fin al sueño de lograr una nueva conquista en el continente.
Y es que sucedió lo impensado. El equipo de Hernán Darío Herrera llegaba a este juego con una ventaja de dos goles, luego de hacer un partido “redondo” en Ecuador. Además, terminaba la serie de local en el estadio Palogrande, sin embargo, no logró sostener el marcador, empató 2-2 y dilapidó sus chances de clasificar en los penaltis.
Pero, más allá de la derrota, los focos han apuntado hacia un hecho que, postpartido, despertó el debate sobre su posible influencia en lo visto dentro del campo por parte del cuadro de Manizales.
Y es que, previo al duelo definitivo, jugadores de Once Caldas llegaron al estadio en medio de una efusiva celebración, montados en el techo del bus, con banderas y cantando junto a la hinchada, en lo que parecía y pretendía ser una fiesta propia del folclor del fútbol.
Pese a ello, hinchas del equipo y aficionados en general le cobran esto al Once Caldas, ya que, según afirman, fue una muestra de triunfalismo y un acto de desconcentración en una de las oportunidades más importantes de su historia.
Cabe resaltar que entre sus figuras hubo autocrítica por el resultado. Tal fue el caso de Dayro Moreno, quien reconoció la falta de concentración y calificó la caída en casa como “fracaso, desilusión y tristeza”.
El próximo reto para el conjunto manizaleño será ante Boyacá Chicó por la liga local, donde tendrá que recuperar terreno, si quiere instalarse dentro del grupo de los ocho.
