El 6 de septiembre de 2017, el papa Francisco visitó a Colombia. Años antes se había comprometido con visitar el país una vez se firmara la paz entre el gobierno y las Farc.
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En un gigantesco Boeing 777 de la aerolínea Alitalia, llamado como Pastor I, Francisco tocó suelo colombiano, saludó al expresidente Juan Manuel Santos, a su esposa María Clemencia Rodríguez y cardenales que lo acompañaban, pero sin duda el momento más emotivo fue un regalo que recibió el sumo pontífice del hijo de Clara Rojas.
Su primera noche en el país, fue en la Nunciatura Apostólica, allí fue recibido por una multitud de feligreses, especialmente por jóvenes que lo esperaban.
“Gracias por la valentía, gracias por el coraje, no se dejen robar la alegría, ¿qué es lo que no se tienen que dejar robar? que nadie se las robe, que nadie los engañe, no se dejen robar la esperanza”, exclamó el papa Francisco.
Luego de sostener una amplia agenda en la capital del país, el papa Francisco visitó Villavicencio, presidió una eucaristía en el parque de la oración y allí les habló a las víctimas del conflicto armado en Colombia.
“La violencia engendra violencia, el odio engendra más odio y la muerte más muerte, tenemos que romper esta cadena y eso se consigue con la reconciliación concreta”, aseguró.
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Medellín y Cartagena fueron las últimas ciudades de Colombia que recorrió el máximo jerarca de la Iglesia católica antes de regresar a Roma. Una visita, que, tras nueve años, marcó un mensaje de reconciliación y esperanza en la fe católica.