La Constitución Nacional está cumpliendo veinte años, y diversos estudiosos y analistas la toman como ilustración de lo que todavía no ha podido ser a cabalidad en materia de Estado, derecho y derechos.
El columnista y ex diplomático Alberto Velásquez Martínez escribió esta semana en el diario El Colombiano, que el Estado “aún no ha podido incorporar a su agenda de trabajo la plena Constitución”.
Él y otros estudiosos, hacen concluir que Colombia, en cuanto Estado, es débil, y hacen pensar que en sólo veinte años, y aún sin funcionar en su esencia de “Constitución de los derechos”, nuestra Carta Magna sólo deja ver remiendos. No hay Estado en materia de justicia, no lo hay en oportunidades, tampoco en superación de la pobreza.
No hay Estado en superación del narcotráfico y no lo hay que garantice y defienda el derecho fundamental a la salud. Para una Constitución Política veinte años son probablemente muy poco, pero llamándose “Constitución de los derechos”, la de Colombia, en lugar de avanzar, parece retroceder mientras los gobiernos se la pasan reformando y contrarreformando, y capoteando violencias, corrupción… avatares del clima.