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Sin lugar a dudas, Fernando Botero fue uno de los artistas más influyentes en el mundo de la pintura y la escultura contemporánea.
Nacido en una familia tradicional antioqueña, Botero cursó su bachillerato en el Liceo Antioqueño. Sin embargo, fue expulsado del colegio Pontificia Bolivariana debido a su dedicación al estudio del arte de Pablo Picasso, que en ese momento se consideraba obsceno.
Antes de completar su educación secundaria, el joven artista fue inscrito por su tío en clases de tauromaquia en la escuela de la Plaza de Toros La Macarena.
Sin embargo, se retiró de esta escuela al convencer a su familia de que su verdadera vocación era el arte. Fue en ese momento cuando comenzó un proceso autodidacta, explorando galerías y talleres de arte en Colombia, México, París, Nueva York y Montecarlo.
Esta trayectoria le permitió realizar dos de sus primeras exposiciones en la ciudad de Bogotá, donde fue reconocido y finalmente logró estudiar en la Real Academia de Arte de San Fernando en España.
Después de esto, en busca de expandir sus horizontes académicos y su perspectiva artística, se trasladó a Florencia para inscribirse en la Academia de San Marcos. Fue en Florencia donde Botero comenzó a consolidarse como un artista con un futuro prometedor en el mundo del arte.
Sin embargo, no fue sino hasta su estancia en México en 1956, donde, al interactuar con otros artistas, finalmente encontró su identidad artística. Botero no solo fue un estudiante de arte y profesor, sino sobre todo un apasionado del arte.
Su paso por la academia no fue la única influencia en su desarrollo como artista, ya que también fue fundamental su interacción con otros artistas y su inmersión en el mundo del arte, lo que le permitió desarrollar la sensibilidad que marcó su vida y carrera.
