Más allá de lo ocurrido en Santa Cruz, la solidaridad se tomó el protagonismo. Sectores menos afectados en la parte alta de Sinaí unieron esfuerzos para apoyar a los que perdieron sus hogares. Ante los cortes de gas y electricidad prepararon un sancocho en una de las calles.
Entre comerciantes y vecinos donaron papas, yucas, y carnes para hacer el almuerzo y tenderle la mano a aquellos que en un parpadeo quedaron con el agua al cuello.
Cortes en servicios públicos fueron necesarios para avanzar en los arreglos, pero la pujanza de la gente relució. Empatía y una pizca de solidaridad fueron los ingredientes más importantes.
Estos no solo son los rostros de un mal momento, son el símbolo de la resiliencia y la verraquera, porque el antioqueño, no se vara.