Shanghái (China), 28 ene (EFE).- Un equipo de investigadores de la Universidad de Fudan, una de las más prestigiosas de China, en Shanghái, ha descubierto por qué ciertos tipos de bacterias pueden desarrollar métodos de resistencia contra la acción de algunas variedades de antibióticos, recoge hoy la prensa local.
El descubrimiento, aunque sólo es un primer paso aplicable para una familia determinada de antibióticos, puede ayudar a conseguir durante un tiempo importantes ahorros en gastos médicos en todo el mundo, ya que podría permitir alargar la vida útil de estos medicamentos, antes de ser necesarias nuevas alternativas.
El problema de la cada vez mayor resistencia de las bacterias al tratamiento con antibióticos se debe sobre todo al abuso en su utilización, tanto por las ocasiones en las que se prescriben como por el exceso de las dosis aplicadas, un problema que es especialmente serio en China, donde este hábito está muy extendido.
Según recoge hoy el diario independiente "South China Morning Post", China es uno de los países que más abusa de los antibióticos en todo el planeta, con una media de 138 gramos por persona al año en 2011.
Ahora el equipo de la universidad shanghainesa, encabezado por el biólogo molecular británico Alastair Murchie, ha publicado en la revista "Cell" el hallazgo, en varias bacterias infecciosas, de una sección especial de su ácido ribonucleico (ARN) que, cuando se activa, les permite protegerse de la acción de los antibióticos.
Esa sección química, que han llamado "ribo-interruptor" y que han localizado en los tipos de bacteria que causan enfermedades como la meningitis, la neumonía y la artritis, parece controlar la capacidad de la bacteria de resistir a los antibióticos de la familia de los aminoglicósidos, mediante una proteína que se libera al detectarlos.
Aunque esta familia de antibióticos supone sólo cerca del 20 por ciento de estos medicamentos, el avance es importante, dada la rapidez con la que está evolucionando el problema de la resistencia de las bacterias, dijo Murchie, cuyas conclusiones se alcanzaron tras tres años de investigaciones.
"Esto nos da una nueva manera de afrontar esta presión, ya que si conseguimos mantener esos 'interruptores' apagados, los antibióticos seguirán funcionando y no será necesario gastar miles de millones de dólares en desarrollar nuevos antibióticos", ya que se podrán usar aún los de generaciones anteriores, mucho más baratos, explicó.
La investigación ha sido financiada por el Gobierno central chino y el de Shanghái.