El teléfono celular del teniente de la Policía, César Carrillo, sonó a las 3:32 de la madrugada. Justamente lo primero que hizo al llegar como nuevo comandante de la estación de Policía de Urrao, hace exactamente 15 días, fue suministrarle a la comunidad su teléfono personal, por si había que atender alguna emergencia.
Y a fé que la iniciativa dio sus frutos pues efectivamente se trataba de una urgencia, aunque no precisamente de las que acostumbra atender regularmente el Oficial. Al otro lado de la línea, una mujer, con evidentes signos de desespero, le hizo una petición muy particular: auxiliar a una mujer que estaba en dolores de parto y dado que eran horas en la que todos dormían, no había cómo trasladarla al centro asistencial.
De inmediato, él y otros dos patrulleros de la Estación salieron hasta el sitio Buenos Aires, uno de los barrios más alejados de este pueblo del Suroeste antioqueño. Lo mejor que podían hacer, pensaron durante el trayecto, era trasladar a la mujer en la patrulla hasta el Hospital Municipal.
Pero al llegar vieron que el alumbramiento era inminente. No había tiempo para vacilaciones, ni de esperas ni de traslados. Sólo quedaba una opción: así como por cuenta de los gajes del oficio los uniformados han conocido el rostro de la muerte en múltiples ocasiones, era el turno de presenciar, en carne propia, el milagro de la vida.
Sin embargo, pocos son los conocimientos de los hombres en el oficio ancestral de las parteras, lo que haría del milagro algo aún más especial. “La señora dijo que tenía una conocida en Medellín que era enfermera. El patrullero (Carlos) Serrano se comunicó con ella vía celular y ella fue la que nos orientó, vía celular”, recuerda el teniente Carrillo.
Y 25 minutos después, el milagro se dio. Un varón, al que llamarán Jean Pierre, vio la luz. “En mis 12 años de servicio es primera vez que me toca atender una situación así ¡Imagínese la sensación!”, dice el Oficial, quien hoy es considerado un ejemplo de servicio por la comunidad urraeña.
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