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El pitazo final del árbitro Alexander Guzmán desató una alegría contenida tras un año difícil, lleno de decepciones, críticas y muchos dolores. Esa fiesta se trasladó a las calles de Medellín.
Aunque es imposible conocer la cantidad de hinchas del Independiente Medellín en la ciudad, en Colombia y en el mundo, en el estadio solo estaban 39.842 de ellos añorando un nuevo título, todos pensaban más que en su propia alegría en la de una persona especial.
Y en medio de la euforia, algunos sacaron tiempo para llamar la atención de los dirigentes.
La celebración se extendió hasta altas horas de la madrugada, una hinchada que espera no perder la costumbre de gritar.
