Desde la antigua Grecia hasta los musicales que llenan las salas en Nueva York y Londres, el teatro ha evolucionado, pero su esencia sigue intacta: emocionar, y transportar al público a otros mundos. A propósito de esta celebración, hacemos un recorrido por algunas de las obras más icónicas de todos los tiempos:
En primer lugar, está “Hamlet” de William Shakespeare, un drama inmortal sobre la venganza, la locura y la traición, considerado una de las cumbres de la literatura universal.
La siguiente es la historia de amor más famosa de todos los tiempos, “Romeo y Julieta” de William Shakespeare, en la que la pasión de dos jóvenes enamorados se ve truncada por el odio entre sus familias.
En tercer lugar, se encuentra “Sueño de una noche de verano” de William Shakespeare, una de las comedias más queridas del teatro, llena de líos amorosos, magia y seres fantásticos que juegan con la realidad y la ilusión.
Continuamos con una obra del Siglo de Oro español, “La vida es sueño” de Pedro Calderón de la Barca, que plantea una profunda reflexión sobre el destino, la libertad y la naturaleza efímera de la vida.
Por último, está “La casa de Bernarda Alba” de Federico García Lorca, un retrato intenso sobre el autoritarismo y la represión en la España rural, considerada una de las más grandes obras del teatro en español.
Estas son solo algunas de las grandes historias que han dejado una huella imborrable en la historia del teatro. En esta Semana del Teatro, vale la pena revivir estos clásicos y reconocer el papel de las artes escénicas como una forma de expresión universal.