Pico y placa Medellín

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Sebastián Castella corta una oreja y sufre fractura de clavícula

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Medellín (Colombia), 12 feb (EFE).- El torero francés Sebastián Castella cortó la única oreja de la cuarta corrida de abono en La Macarena de Medellín. Sin embargo, ese triunfo quedó ensombrecido por la grave lesión que sufrió a causa de una voltereta que le propinó el tercer toro de la tarde.

En la caída, Castella se fracturó la clavícula izquierda. Con el francés, alternaron el español Juan Mora y el colombiano Pepe Manrique ante un deslucido encierro de Las Ventas del Espíritu Santo.

FICHA DEL FESTEJO.- Se lidiaron seis toros de Las Ventas del Espíritu Santo, desiguales de presentación y algunos muy protestados por su escaso trapío. Quinto y sexto los que más se movieron, aunque con complicaciones.

Juan Mora: tres cuartos de espada y tres descabellos (silencio); estocada (silencio); estocada (ovación).

Pepe Manrique: pinchazo y estocada caída (silencio); estocada caída (silencio).

Sebastián Castella: estocada en lo alto (una oreja). Sufrió una cogida y pasó a la enfermería.

Dos tercios de plaza. Sebastián Castella fue trasladado al Hospital Pablo Tobón Uribe, para ser intervenido quirúrgicamente.

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ENTRE EL DRAMA Y EL MOTÍN

Para muchos, era el cartel señalado. Pero la expectación desbordante se fue desinflando, uno a uno, cada vez que salían los toros de Las Ventas del Espíritu Santo.

Porque la corrida, deslucida, con seis toros de jóvenes anatomías, aunque preciosas hechuras, fue motivando un enfado que a punto estuvo de convertirse en alteración del orden público.

En medio de ese ambiente, hostil y muy cercano al motín, Sebastián Castella se encontró con un muy feo e inoportuno disgusto: la fractura de su clavícula izquierda.

Y es que la tarde no estaba para gestos épicos. El público no estaba dispuesto a valorarlos.

Pero el francés, que había intentado hasta el cansancio las embestidas del apagado tercero, se fue a matar y dejó una gran estocada.

Con el toro agonizante, quiso adornar la muerte del animal muy con sus muslos en la testuz. Parecía todo controlado, pero en el último aliento del animal, levantó sus pitones y volteó de fea manera a Castella. Ambos cayeron en la arena. El toro no se pudo levantar por los efectos de la espada. Castella tampoco lo pudo hacer porque tenía su brazo izquierdo roto.

Una oreja fue un premio que le supo a poco. Por eso Castella agarró la oreja con rabia y con lágrimas en los ojos. Antes de ir caminando a la enfermería sabía que la tarde le resultó muy costosa.

Juan Mora regresó a Medellín tras diez años ausente. El público lo animó y supo agradecer las pinceladas de su toreo con capote y muleta.

El placentino estuvo muy esforzado en el sexto, toro que debía lidiar Castella. Fue un toro que se movió con transmisión, más que por clase o calidad, que no la tuvo en ningún momento, por las complicaciones, que fueron muchas. Poco recorrido y orientado.

Pero Mora apuró y atacó. Sin embargo, no consiguió que el público, enfadado, quisiera castigar a quien consideraba responsable del naufragio, pues a esas alturas los dedos inquisidores buscaban al ganadero César Rincón.

Pepe Manrique tuvo que luchar con dos toros sin clase ni fondo, y con el público siempre a la contra. Con el segundo de la tarde, el bogotano anduvo con varias precauciones.

El quinto de la tarde, un castaño más hecho que el resto del encierro, estuvo valiente ante un toro de embestida descompuesta y peligro sordo. Pero el esfuerzo ya era insuficiente.

El ganadero César Rincón, quien se encontraba participando de la transmisión de la cadena radial RCN, tuvo que salir bajo protección policial.