El 5 de agosto de 2019 las fotografías de Marlon Andrés Cuesta inundaron las redes sociales y medios de comunicación. El pequeño, habitante de Villa Hermosa y quien acababa de cumplir seis años, fue reportado como desaparecido por su madre quien aseguró haberlo dejado al cuidado de un vecino horas antes, mientras realizaba una diligencia.
Según las primeras versiones de la Policía, el menor habría sido visto por última vez cerca a la estación Las Torres de la Línea H del Metrocable, sin embargo, ocho días después de su extraña desaparición, no se sabía nada de su paradero.
Por esos días y, mientras la sociedad lo buscaba, las autoridades también habían realizado un ofrecimiento de 50 millones de pesos como recompensa a quien diera información sobre el paradero del pequeño, pero hasta el momento no había respuestas y, muchos menos, indicios.
Pasaron once días para que el 16 de agosto, la ciudad y el país recibieran una triste noticia. El cuerpo del pequeño de 6 años había sido encontrado, atado de manos y pies, dentro de un costal y con aparentes signos de asfixia mecánica, muy cerca al lugar donde desapareció, en la Comuna 8.
Una muerte que conmovió a decenas de personas quienes al día siguiente marcharon por las calles del nororiente de la ciudad para clamar justicia pero, sobre todo, para que los responsables del crimen fueran capturados.
Seis días después llegó la hora de decirle adiós. El pequeño Marlon fue despedido por centenares de personas que desde su ingreso al cementerio Universal lo recibieron con flores blancas a él y a su madre, quien en medio del dolor, denunció intimidaciones en su contra.
Un caso que hoy, 14 meses y 5 días después de ocurrido, no solo ha dejado huella, sino que también recuerda la necesidad de seguir luchando por los derechos de nuestros niños.