Sandra de Las Lajas Torres Paz es fórmula vicepresidencial de John Milton Rodríguez, es una mujer empoderada de su color de piel, su vestimenta y sus convicciones.
Nació en ese Pacífico profundo, donde las inequidades, el racismo estructural y la lejanía con los centros de poder le dieron una visión clara de lo que quería ser en la vida.
A esas vicisitudes le agregó las que le dejó el maremoto de 1979, que arrasó con lo poco que tenía su familia, al punto que tuvo que emigrar, a los 14 años, a Cali.
Allí se formó en Finanzas, Negocios Internacionales y Etnobiología y esos conocimientos le bastaron para convertirse en una líder social y de las comunidades negras, en una época en la que la ley 70 les reconoció sus derechos, sin que ese paso se diera en firme en la realidad.
Conformó organizaciones juveniles, de defensa de los Derechos Humanos, en especial, de la niñez y se volvió una experta en la etnoeducación y en identidades pluriculturales.
Hoy, con se acerbo envuelto entre sus sueños, recorre el país como la fórmula con un mensaje en contra del racismo y la discriminación.
Esta negra de turbantes coloridos, como sus palabras, dice que las tradiciones y la cultura ancestral necesitan alimentarse de ciencia, tecnología e innovación.
Y plantea que la religión no puede convertirse en un límite y en la excusa para mirar al otro como el diferente sino que deber ser el puente para fortalecer la política pública de libertad religiosa y el conducto para la innovación social
De Las Lajas Torres Paz está convencida de que esas políticas públicas resisten el papel, pero también deben resistir la realidad y, para que se sostengan en el tiempo, necesitan recursos.
Sus manos largas quieren servir de puente para que la periferia y el centro de acerquen en una sincronía de color que beneficio de los marginados, en especial de los jóvenes sin esperanza, sin territorios, sin educación.
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