La costa dulce del Oriente, San Carlos, Antioquia, será para diciembre de este año el primer municipio de Colombia libre de minas antipersona. Lo anterior gracias al proceso de desminado que viene realizando la Séptima División del Ejército Nacional y con el cual, se facilitará aún más el proceso de retorno que vive esta localidad.
El plan piloto de desminado en San Carlos comenzó en 2008, luego que esta guarnición militar logró el control de la zona. A partir de 2010 llegó el Pelotón de Desminado Humanitario, que recopiló abundante información sobre las áreas donde se presumía presencia de estos artefactos explosivos.
Las indagaciones arrojaron que en 72 de las 74 veredas del municipio había presencia de estos artefactos. Con esta información, los expertos en desactivación iniciaron un proceso que ha tomado cerca de siete meses. Cada fase tiene su importancia. Primero, los militares procedieron a instalar corredores de seguridad. Posteriormente hicieron un barrido minucioso manual con ayuda de detectores de metales y perros entrenados en la detección de minas antipersona.
Gracias a este dispendioso trabajo, veredas como La Mirandita, San Blas, Las Camelias, Chocó, Montealto y el Vergel, entre otras, ya están libres de estas trampas mortales. El proceso terminará en la vereda El Silencio.
Por estos días, el Batallón de Desminado Coronel Gabino Gutiérrez está en la escuela Santa Rita, ubicada en la vereda del mismo nombre, zona crítica en la que tanto las farc como las autodefensas tenían enterrados 11 artefactos. 47 fueron encontrados en toda la vereda.
Retornos
Según Wilder Aguirre, técnico del Ejército especialista de desminado, en Antioquia se encuentran minas químicas hechas a partir de una botella y con una jeringa que activa el explosivo al pisarlas, lo que las hace altamente peligrosas, “ya que pueden durar de 8 a 12 años intactas”, explicó.
Con el trabajo adelantado por el Ejército Nacional, los más beneficiados serán los campesinos que salieron desplazados y ahora anhelan retornar a sus parcelas. Es el caso de Roberto de Jesús Gil, quien salió huyendo de la vereda Santa Rita en 2003 después de que la guerrilla matara a su padre y comenzaran los enfrentamientos entre el frente 9 de las Farc y los paramilitares por el control del territorio. Estuvo en Medellín pero como “montañero no pega en pueblo”, según dice, regresó a su finca en 2007.
Desde esa fecha han regresado siete hombres de 44 familias que habitaban la vereda, quienes intentan reconstruir sus casas y sus cultivos mientras sus mujeres e hijos esperan que la zona quede completamente desminada y que a la escuela le asignen una profesora para el próximo año, para que el retorno sea completo.
Edwin Cedeño, comandante del Pelotón de Desminado en Antioquia, explica que la mayor amenaza para la población es el miedo que les infundaron los violentos, por eso hace un estudio a las zonas donde la gente tiene sospechas. “Los campesinos tienen derecho a volver a un lugar seguro”, agrega.
[Alianza con El Mundo]