En lo alto de la comuna 5, Castilla, hay un barrio que respira historia y esfuerzo. Se llama Alfonso López y lleva consigo los pasos de una mujer que, a los cinco años, llegó para vivir entre ranchos de madera y caminos de pantano. Rosa Leonor Cardona no es solo una vecina más: es una de las fundadoras.
“Yo vine de cinco años acá. Este barrio era muy pobre: puros ranchos, puras montañas, puro pantano”, relató Rosa Leonor.
Cuando Rosa era niña, el paisaje era agreste: nada de calles pavimentadas ni servicios básicos; solo montañas, barro, o como dirían los viejos, “todo era monte”. Una quebrada se convirtió en lavadero, en piscina y hasta cantera. A ese lugar iba con sus hermanos, cargando piedras y arena para levantar, con las manos, lo que más tarde sería su casa.
Eran tiempos de carencias, pero también de comunidad. Las casas, hechas de madera, se llamaban ranchos y eran levantadas con lo que se tenía a la mano.
Con los años, el barrio fue cambiando. Llegaron los servicios, se trazaron las calles y la vida se hizo menos precaria. Pero Rosa nunca dejó de trabajar: ha vendido empanadas, tamales y rifas en la calle para sostenerse con dignidad. Cuenta que la solidaridad entre vecinos fue clave para que todos salieran adelante.
“Me siento orgullosa de ser fundadora del barrio gracias a mi papá y a mi mamá, que nos dieron dónde vivir”, agregó Rosa Leonor.
A Rosa la conocen todos. Es referente, memoria viva y ejemplo de lucha. Habla del orgullo que siente de ser fundadora, no por nostalgia, sino porque sabe que cada calle asfaltada y cada casa en pie es fruto de su historia.
Visite además: