En pleno pasaje Junín, donde el bullicio del centro se mezcla con la nostalgia de una ciudad que no olvida sus raíces, hay un rincón que desde hace 95 años ha endulzado la historia de Medellín; La repostería El Astor.
Más que una pastelería, este lugar emblemático es un testigo silencioso de generaciones que han encontrado en su aroma a chocolate y en sus vitrinas de delicias, una pausa para celebrar la vida.
Carlos Silva, gerente de la Repostería Astor, señaló que "para nosotros es un gran orgullo llegar a los 95 años en Medellín, llevar una empresa por tantos años, tenemos una gran responsabilidad, tanto con nuestros clientes y colaboradores... Eso es lo que nos mueve".
Astor nació como un sueño repostero que con el paso de las décadas se convirtió en patrimonio afectivo de los medellinenses. En sus mesas se han compartido primeras citas, reuniones familiares, meriendas de oficina y también despedidas.
Para Medellín. En cada pastel, hay un recuerdo. En cada taza de chocolate, una conversación. Y en cada visita, una certeza: hay lugares que no solo se visitan sino que se sienten.
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