Enrique Havinga fue adoptado por holandeses cuando tenía tan solo 4 años en el hospital San Vicente Fundación. Hoy, 30 años después, este hombre vuelve a la ciudad y al centro de salud para retribuirles un poco. La gratitud es la memoria del corazón.
Cuando la existencia tiene un propósito mágico con una persona no existen los límites, ni las distancias. Esta es la historia de Enrique Havinga, un reconocido médico radiólogo que trabaja en un hospital de Holanda, nació en Medellín en 1985 y, cuando estaba muy pequeño, fue llevado al hospital San Vicente Fundación por complejidades de salud. Allí le salvaron la vida, pero lastimosamente fue abandonado. Sin embargo, pudo ser adoptado por una familia amorosa.
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“Me quedé aquí durante cuatro meses y me salvaron la vida, luego fui adoptado y me llevaron a Holanda a mis 4 años. Mis padres holandeses me contaron mi historia de que, si no hubiera sido tratado en este hospital, me hubiese muerto, así que tenía un propósito, quería convertirme en médico para ayudar a los niños. Y estudié mucho, solo tenía un objetivo en la vida y resultó. Soy radiólogo pediátrico”, contó Enrique Havinga, médico holandés.
En señal de gratitud y de volver a las raíces para sanar, Havinga volvió a Medellín, esta vez con el propósito de devolverle a la ciudad, en especial al hospital, un poco de todo el apoyo que le dieron cuando tenía tan solo 4 años.
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“Para mí, comienza una hermosa colaboración para los próximos 20 - 30 años y espero lograrlo junto con la gente en Colombia en este hospital. Grandes cosas para ayudar a las personas necesitadas que no pueden permitírselo. Solo quiero ayudar y estoy tan feliz de que finalmente haya llegado el momento”, añadió Havinga.
La felicidad de crecer, de ayudar y de sanar las heridas es el propósito de la existencia y eso sí que lo entendió bien Enrique Havinga.