Solo basta con mirar a nuestro alrededor para evidenciar que el problema comienza a crecer y, aunque no es en todos los barrios, en muchos, los tapabocas ya hacen parte del paisaje.
En avenidas, zonas verdes y hasta en andenes están regados estos elementos. Camuflados en medio de la maleza, acumulándose, y a punto de generar un problema de salud pública mucho más grave del que estamos viviendo.
Riesgos que podrían minimizarse solo si somos conscientes de la importancia de disponer de forma adecuada estos elementos de bioseguridad.