Ubicada en pleno centro de Medellín se encuentra la Plazuela de San Ignacio, bajo la sombra de los falsos laureles y palmas milenarias, que están en medio de estructuras patrimoniales que datan de 1803 tales como la parroquia San Ignacio de Loyola y el claustro de San Ignacio, que funcionó como el colegio de los Franciscanos para posteriormente convertirse en la Universidad de Antioquia.
Entre sus columnas y ladrillos reposan los recuerdos de las guerras que marcaron la historia de Colombia. Quienes lo habitan a diario también fueron testigos de las épocas difíciles para la ciudad.
Su imponente infraestructura simétrica dista con disonancia que genera la escultura de Francisco de Paula Santander, a quien se consideraba ateo y liberal y por lo que su figura se ubica dándole la espalda a la iglesia.
Entre historias, café, la reina y el rey, se viven las tardes en la Plazuela de San Ignacio, en el que otrora se libraran las guerras de la violencia en Colombia, pero cuyas batallas son ahora entre alfiles, torres, peones y caballos de madera que se baten a duelo en una escuadra.
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