[Comentario de LACalle] El país en general, y las ciudades anfitrionas en particular, han celebrado, y aún celebran, el gran comportamiento y sano disfrute del Mundial FIFA Sub-20 del que Colombia fue sede y cuyo triunfo terminó en manos de los brasileños.
Ha sido casi unánime la declaración según la cual el gran ganador del Mundial Sub-20 Colombia 2011, que acaba de terminar, es este país. Hubo público, emoción, deleite con el buen fútbol, y no ocurrieron situaciones ni hechos que prendieran las alarmas, nada que lamentar, ni un solo disturbio.
Se ha hecho resaltar que Colombia le cumplió al mundo y al fútbol, y en particular lo hicieron las ciudades, entre ellas Medellín, donde se jugó el Mundial de los jóvenes futbolistas seleccionados. Hasta se ha hablado de la probable señal de una nueva cultura frente al deporte más masivo que hasta hoy ha sido, y el que más fiebres y pasiones levanta.
Fue un certamen de puro fervor por un deporte: el fútbol, no por uno o varios equipos que dieran lugar a barras proclives a los extremismos. Aunque había favoritos, no hubo pasiones concentradas, que es lo que ha pasado con las barras de los equipos locales.
Valga pensar en ello, y valga la pregunta: ¿Qué nos pasa frente a nuestros propios equipos que se nos daña fácilmente la fiesta? ¿Por qué con lo que más amamos producimos desorden, desdicha, desgano, miedo?...
No sabríamos qué decir, creo.
Luis Alirio Calle M.
@luisaliriocalle