Esas palabras son el reflejo del dolor que hoy siente Gabriel por haber perdido a su hermana, su sobrina y el hijo de su sobrina en la corriente súbita de la quebrada La Ortega, que se presentó en la vereda Potrerito, de Bello.
La impotencia de no poder ayudar a sus familiares, quienes, además, eran sus vecinos hace 16 años, es también la razón por la cual su alma está destrozada.
Hoy, Gabriel debe abandonar de forma preventiva y con dolor el lugar que fue su hogar durante 43 años, así como otras 25 viviendas, una de ellas, la de María, quien desde hace 15 años habitaba este sector y vivió una pesadilla en carne propia.
La desolación también invadió a Leonel, quien trabajó durante 20 años para construir su casa. Las autoridades realizaron un censo de caracterización y una revisión técnica a las viviendas para conocer la magnitud de las afectaciones.
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