La muerte no es el fin de todo, sino un nuevo comienzo; así planteó el papa Francisco su perspectiva sobre lo que para él significó el fin de la vida en la Tierra, pero también su antesala: la vejez.
Así lo plasmó en el prefacio del libro “En espera de un nuevo comienzo. Reflexiones sobre la vejez”, escrito por el cardenal Angelo Scola, y el cual sería uno de los últimos escritos del sumo pontífice, redactado el 7 de febrero de este año.
Con sus palabras, Francisco dignificó el inevitable acontecer de la vida: volverse viejo.
Sí, no hay que tener miedo a la vejez, no hay que tener miedo de abrazar el envejecimiento, porque la vida es vida y edulcorar la realidad significa traicionar la verdad de las cosas.
Porque decir “viejo” no significa “tirar a la basura”, como a veces lleva a pensar una cultura degradada del usar y tirar. Decir “viejo”, en cambio, significa decir experiencia, sabiduría, conocimiento, discernimiento, reflexión, escucha, lentitud… ¡Valores que necesitamos desesperadamente!
Desmitificar la muerte y su lamentable trascender también fue otra de sus reflexiones, una invitación a explorar lo desconocido.
Es un nuevo comienzo, como sabiamente lo destaca el título, porque la vida eterna, que los que aman ya experimentan en la Tierra dentro de las ocupaciones de cada día, es el inicio de algo que no tendrá fin. Y es precisamente por eso que es un “nuevo” comienzo, porque experimentaremos algo que nunca hemos experimentado plenamente: la eternidad.
Este escrito es el prólogo del libro del cardenal Angelo Scola, que será publicado este jueves.
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