El 28 de noviembre a las 9:54 p.m. la torre de control del aeropuerto José María Cordova de Rionegro perdió contacto con la aeronave que transportaba al Chapecoense.
Algunas horas mas tarde se conocería la magnitud de la tragedia. 71 personas fallecidas y 6 sobrevivientes.
En el lugar, cientos de fierros retorcidos cargados de dolor, partículas de todos los tamaños, de todos los colores, de la mayor y de la menor importancia.
Alguien, tenia que preocuparse por ellos.
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Entre el barro y tantas piezas destruidas, un montón de cosas con historia. Parte de las turbinas, del tren de aterrizaje, la licencia de vuelo de la copiloto Sisy Gabriela Arias quien murió en el accidente.
Cada pedazo, cada vestigio puede tener un valor en la investigación, en el corazón de familiares y amigos.
La corporación espera comprar los terrenos en los que ocurrió el accidente para hacer un parque. Allí se conmemorará el accidente en el que se encontraron la muerte y la vida, y que cuenta entre un montón de destrozos una de las historias mas tristes de la aviación en Antioquia.