Odila Amparo Hincapié, una mujer de 46 años, falleció luego de permanecer durante quince días en la unidad de quemados del hospital San Vicente Fundación. Sus heridas de primer y segundo grado fueron ocasionadas por un incidente casero cuando sufrió un caso de vértigo y se derramó encima agua hirviendo en la cocina de su casa en el barrio Doce de Octubre.
“Ella estaba en la cocina y que le dio un mareo y largo la olla de agua caliente o se cayó. Yo creo que más bien se cayó al caerle el agua en los brazos y la cara, ella tuvo que haberse caído”, manifestó María Gladys Hincapié, madre de Odila.
La familia vive ahora un dolor por la pérdida de una amada hija, hermana y tía. Ella era quien cuidaba a sus sobrinos.
Desde hace quince años, la mujer estaba sometida a diálisis por deficiencia en los riñones, lo que habría complicado su estado con las consecuencias de las quemaduras.
“Comorbilidades la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, enfermedad renal crónica, pacientes en los extremos de la vida, aquellos pacientes muy muy niños o muy ancianos, realmente tienden a presentar complicaciones”, explicó Idalgo Vélez Sierra, cirujano plástico encargado de la Unidad de Quemados hospital San Vicente.
Y es que esta clase de incidentes son más frecuentes de lo que parece. Este año en el pabellón de quemados del hospital San Vicente Fundación se han atendido 667 personas, 332 de ellas por líquidos calientes, más del 83 por ciento terminan en hospitalización.
“Vamos a tratar de introducir la extremidad afectada o el segmento corporal afectado con agua a temperatura corriente, abrir simplemente la llave, agua al clima, lo dejamos más o menos lavar la extremidad entre 5 a 10 minutos para que eso neutralice un poco la temperatura, no vamos a retirar sustancias o alimentos que estén adheridos a la ropa, ni prendas”, agregó el especialista.
Cada año, en promedio, el pabellón de quemados atiende hasta 1.200 pacientes.
