Quito, 26 oct (EFE).- Miles de latinoamericanos han terminado con una vida de espera, dolor e interminables sesiones en el hospital tras recibir un trasplante de órgano gracias a un alza del 41% en las donaciones en los últimos cinco años en la región, el mayor incremento del planeta.
La razón de esa buena noticia es la formación de equipos especializados y la cooperación internacional, en particular de España, el líder mundial en donaciones, según dijo Rafael Matesanz, presidente de la Red/Consejo Iberoamericano de Donación y Trasplantes, que hoy culminará en Quito su duodécima convención.
Blanca, una ecuatoriana jubilada, es una de las personas comunes que humaniza esas cifras.
Después de seis años de espera sometida a diálisis, conectada "de por vida" a una máquina, como ella dice, ocurrió el "milagro" y el pasado febrero recibió un riñón.
"Volví a nacer", señaló Blanca, cuyo nombre y edad no se divulgan por motivos de confidencialidad.
En América Latina se realizaron unos 14.000 trasplantes de órganos el año pasado, casi dos mil más que en 2010, según datos de la Comisión de Trasplantes del Consejo de Europa.
Procedieron de donaciones de más de 4.000 personas fallecidas, una cifra que supone un crecimiento del 7% con respecto al año anterior.
En cambio, la Unión Europea, Estados Unidos y Asia están "prácticamente estancados", según Matesanz, quien es fundador y director de la Organización Nacional de Trasplantes de España (ONT).
"América Latina afortunadamente ha sido la parte del mundo que más ha despegado en cuanto a donación de órganos", dijo.
Uruguay es el líder de la región, con 20 donantes por cada millón de habitantes, seguido de Argentina con 14,9, Cuba con 11,3 y Brasil con 11,2, mientras que España tiene la mayor tasa mundial con 35,3, según el Consejo de Europa.
El año pasado los hospitales españoles batieron su propio récord al realizar 4.200 trasplantes, casi un 12% más que en 2010, según su Ministerio de Sanidad.
"Es resultado de una muy buena organización, y eso es lo que estamos trasladando a América Latina", dijo Matesanz.
El médico achaca la mejora de las cifras en la región en parte a la colaboración de España, donde en los últimos siete años se han formado más de 300 profesionales que ahora son los directivos de los programas de donación de sus propios países.
Asimismo, más de cinco mil latinoamericanos han participado en los llamados "cursos de comunicación de malas noticias", que enseñan cómo pedir a la familia de una persona que acaba de fallecer que done sus órganos.
Pese a que aun tiene una tasa baja de donantes, 2,2 por cada millón de habitantes, Ecuador es uno de los países donde han ocurrido grandes avances en este terreno en los últimos años, según Matesanz.
Entre enero y septiembre de este año se han realizado en el país 461 trasplantes de órganos y tejidos, frente a los 443 de todo 2011 y los 98 de 2007, según su Instituto Nacional de Donación y Trasplantes de Órganos, Tejidos y Células (INDOT).
Su titular, Diana Almeida, atribuye el salto a unos equipos médicos más preparados, al aumento de la inversión pública en salud y a una nueva ley que convierte a todos los ciudadanos en donantes a menos que en vida expresen lo contrario.
Esa es también la norma que rige en países como España, Portugal, Italia, Francia, Argentina y Uruguay, según Matesanz.
En cambio, en naciones de tradición protestante, donde prima la libertad individual, como el Reino Unido o Estados Unidos, no han prosperado leyes que presumen el consentimiento colectivo a la donación, explicó el médico.
Aunque la ley ecuatoriana y española ampara la extracción de órganos sin permiso, en la práctica siempre se consulta a la familia, aclaró Matesanz.
Eso fue lo que hicieron los médicos con Marta, una mujer ecuatoriana que en febrero perdió a su marido por causa de un derrame cerebral.
Él le había manifestado su deseo de donar sus órganos si moría, "pero sin pensar que eso iba a ocurrir tan cerca", recordó Marta, para quien el haber ayudado a otras personas ha sido una alegría en medio del dolor por perder a su compañero de 25 años.
"Hay gente que está viviendo por él, es como si él estuviera también vivo", afirmó.