En Medellín hay siete cerros tutelares, símbolos de identidad y herencia indígena. El Cerro Nutibara, por ejemplo, fue el primero en ser reconocido y representa la raíz histórica y cultural de la ciudad.
Medellín es valle de agua y montaña, está rodeada por siete cerros tutelares que cuentan la historia más antigua del Valle de Aburrá, además guardan la memoria de los pueblos originarios.
Son los guardianes naturales de la ciudad y el más famoso de todos es el Cerro Nutibara, hogar del Pueblito Paisa y símbolo del orgullo paisa.
La figura del Cacique fue tan trascendental, que se convirtió en un mito, en una hipérbole, le dio su nombre a este cerro, a una avenida y hasta a un hotel. Su nombre honra al Cacique Nutibara, el líder que en 1536 enfrentó y derrotó una invasión española.
Al noroccidente de la ciudad está El Picacho, en medio el Nutibara, el Volador y las Tres Cruces, al oriente: La Somadera, el Pan de Azúcar y Santo Domingo.
Cada cerro guarda huellas de tribus que poblaron estas montañas antes de la colonización y de no ser por el agua, Medellín no hubiera sido posible. El río y sus dos macrocuencas Santa Elena e Iguaná dinamizaron la ciudad, dieron vida y progreso.
En Medellín somos hijos del río y la montaña, una riqueza natural que une, que conecta todos los puntos cardinales, que le da a la ciudad el horizonte más bello de Colombia.
A Medellín la rodean siete cerros tutelares, guardianes naturales y culturales
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