Una finca que en 2014 parecía sin futuro, hoy es un referente de recuperación activa de uno de los ecosistemas más amenazados en Colombia. Mattelsa, la marca de ropa creada en Medellín, compartió avances de su proyecto ‘Magara’, la primera reserva natural financiada con las ventas de sus consumidores de una empresa textil en Colombia.
‘Magara’ inició como una finca de tres hectáreas. Nadie la quería: el suelo estaba erosionado, la vegetación era escasa y la capacidad productiva se había perdido. La marca Mattelsa la adquirió y comenzó un proceso de restauración que, en un principio, se hizo de manera empírica: sembrar especies nativas, proteger lo que quedaba y permitir que la regeneración natural avanzara.
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Con ese trabajo inicial crecieron las primeras señales de que el bosque, en un principio agotado por la ganadería, podría volver a crecer.
A partir de 2019, el proyecto tomó otra dimensión. La restauración dejó de depender de la intuición y empezó a basarse en estudios de suelo, planes de reforestación y técnicas propias del bosque seco tropical. Explicó la marca de ropa que en esta etapa se construyó un reservorio de agua que permitió introducir nuevas especies y se creó un banco de semillas para conservar la genética del ecosistema. Actualmente se han sembrado más de 500.000 árboles y la reserva supera las 100 hectáreas.
El avance de ‘Magara‘ ocurre en un contexto crítico: en Colombia se ha perdido el 92% del bosque seco tropical original. En zonas como Moñitos, Córdoba, la combinación de ganadería extensiva, erosión y falta de alternativas económicas ha degradado los suelos durante décadas. Por eso, el proyecto entiende la restauración no solo como siembra de árboles, sino como transformación de las condiciones que llevan a deteriorar el territorio.
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Hoy, ‘Magara’ está reconocida como reserva natural y funciona como un laboratorio vivo donde se monitorea la recuperación del bosque seco. La ampliación de la finca ha sido posible gracias a una decisión empresarial particular: la marca Mattelsa reinvierte el 100% de sus utilidades en proyectos ambientales y sociales, lo que ha permitido comprar nuevas hectáreas cada año y sostener los procesos de restauración.
En los próximos cinco años, la marca proyecta expandir la reserva hasta alcanzar entre 180 y 200 hectáreas, abrir un centro de voluntariado y replicar el modelo en territorios como La Guajira. También prepara alianzas con comunidades indígenas para integrar conocimientos ancestrales en el manejo del paisaje.