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Bogotá, 8 may (EFE).- "No caer en la indiferencia" es la receta que propone el escritor español Manuel Rivas a las sociedades latinoamericanas que sufren las graves secuelas de la globalización del narcotráfico, el asunto central de su última novela, "Todo es silencio", presentada en la Feria Internacional del Libro de Bogotá.
En una entrevista con Efe en la capital colombiana, este novelista, poeta, ensayista y periodista gallego confesó tener "la sensación preocupante de que lo que está pasando en el mundo, en lo que derivó la globalización, es que el mercado honesto acaba siendo depredado por las zonas grises o delictivas".
Para ello recurrió a una metáfora: "Como ocurre con la moneda falsa, que se pega a la verdadera para pasar desapercibida".
"Estamos en ese periodo de incertidumbre", manifestó el autor de obras como "El periodismo es un cuento" y "El lápiz del carpintero", en alusión al argumento de su más reciente novela, que transcurre en su Galicia natal y retrata "el momento de tránsito del contrabando de tabaco al narcotráfico".
Eran los años ochenta del siglo pasado, "tiempos en que se veía a Galicia como Sicilia. No llegó a serlo, pero tuvimos momentos fronterizos, límites, con instituciones tocadas y muchas complicidades".
"Todo es silencio" se desarrolla en "una geografía determinada, local, pero que tiene sentido universal", según el autor, quien explicó que "Galicia es una metáfora porque lo que allí ocurre está pasando en todas las partes del mundo".
Fins, Brinco y Leda son tres niños que cada día acuden a la playa para descubrir aquello que arroja el mar bravío: primero son naranjas y maniquíes de barcos escorados, luego tabaco y whisky Johny Walker y, finalmente, fardos de droga para terminar vomitando cadáveres.
"En pocos años ese lado oscuro modifica de forma radical la vida de las personas, tanto en sus relaciones personales y afectivas como los valores sociales y las relaciones comunitarias", argumentó.
La sociedad sucumbe a lo que Rivas denomina "capitalismo mágico", un mundo en el que se va adquiriendo un "poder no democrático" sobre la riqueza, tierras, lujosas mansiones, pero también sobre las instituciones y las personas.
"Es el momento decisivo, se pasa del modelo delictivo local a la globalización delictiva", apuntó, tras afirmar que en su novela "todo es ficción pero todo es verdad", al citar las célebres palabras de John Ford.
Para el escritor, esa metamorfosis se explica en que "el contrabando aportó organización, medios y experiencia para montar las redes internacionales del narcotráfico", todo ello en un ambiente de "vacío e indiferencia" por parte de los ciudadanos.
Y es que, agregó, "a medida que crece el poder oculto se achica el espacio de lo social, de los valores".
Precisamente, Rivas convierte el salmo 135 del Viejo Testamento en una letanía durante toda su obra y lo pone, una y otra vez, en boca de El Mariscal: "La boca no habla, los oídos no oyen, los ojos no ven".
Afirmación con la que ese capo gallego, dueño y señor de la riqueza, las instituciones y las personas, adoctrina a los niños que merodean la playa y les explica que "trabajando no se gana dinero".
Ante ese enfermizo contexto que vivió Galicia en los años ochenta, Manuel Rivas propone para las sociedades latinoamericanas afectadas hoy por ese flagelo "conciencia social y no caer en la indiferencia".
Y es que fue en la siguiente década cuando su tierra natal "vio un despertar" a raíz de que grupos de madres crearon asociaciones contra las drogas que denunciaron los hechos ante la Justicia y con agallas se manifestaron frente a las mansiones de los mafiosos.
El narcotráfico en Galicia tuvo un punto de inflexión en 1990 con la denominada Operación Nécora, liderada por el juez Baltasar Garzón, que desmanteló una gran red y fue el primer paso para el fin del silencio al que Rivas hace referencia en su novela.
El autor recordó que "ese despertar social precedió al despertar institucional", convencido de que "al final ese narcótico, que es el poder corrupto, acaba".
"Si no vemos lo que hay que mirar y no decimos lo que hay que decir nos acaba corrompiendo a todos", concluyó Rivas en Bogotá, donde este fin de semana presentó "Todo es silencio" y leyó sus poesías para el público.
Esther Rebollo