El maestro Fernando Botero es el antioqueño más universal de todos. A pesar de que recorrió el mundo con sus exposiciones, en Medellín donó gran parte de sus obras y colecciones personales.
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“Que mi alma vaya a la tienda donde vendan aguardiente”, con esta célebre frase el maestro se inmortalizó en su tierra que disfrutó de su generosidad con la Plaza de botero en el corazón de Medellín.
En esta el maestro Botero donó en el año 2002, 23 monumentales figuras de bronce que adornan uno de los lugares más icónicos y tradicionales de la ciudad: el Parque Berrío, con la promesa de que le hicieran un espacio digno, una suerte de santuario.
En 1998, Fernando Botero realizó otra extraordinaria donación: regaló 123 de las obras que hacían parte de su colección personal (dibujos, pinturas y esculturas), además de 85 cuadros y esculturas de otros artistas mundialmente reconocidos.
Otras ciudades de Colombia también fueron testigo de su inmensa solidaridad, pues donó el Museo Botero de Bogotá y obras monumentales en Cartagena y otras ciudades.
El maestro, el escultor, el pintor y uno de los mayores exponentes del arte antioqueño hoy lo recordamos en cada rincón donde se refleja su inspiración.
