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Según quienes lo conocieron, Lucas Caro era una persona sonriente, positiva, colaboradora, generosa. Cumplía a cabalidad con los valores del rugby, deporte al que se vinculó desde muy joven en el municipio de Bello. La pelota ovalada se convirtió en su estilo de vida. El pasado 25 de marzo las balas absurdas que se siguen disparando en este municipio acabaron con su vida, lastimando no solo a su familia sino a toda la comunidad del rugby colombiano.
Lucas murió a los 32 años. Desde 2009 estaba vinculado con las Selecciones Colombia de Rugby y con el Club Gatos del barrio Castilla, al que perteneció siempre y con el cual ganó varios títulos nacionales. Era el encargado de capacitaciones de la Federación Colombiana de Rugby y recientemente había estado en Argentina adquiriendo nuevos conocimientos que desafortunadamente no pudo difundir en su país.
Lucas Caro también trabajaba como instructor de las Escuelas Populares del Deporte del Inder en Moravia, barrio en el que los rugbistas del departamento y sus alumnos, despidieron con un homenaje en el que además, rechazaron estos actos de violencia.
