En uno de los tantos semáforos de Medellín, encontramos a un joven talentoso, que le saca los mejores sonidos a un brillante trombón y ameniza la espera de los conductores, antes de continuar su recorrido. Y qué mejor que hacerlo con ritmos tropicales que alegran la espera.
Para jóvenes como Stiven, tocar en la calle se convirtió en una forma de subsistir en tiempos pandémicos; pero la sensibilidad musical y humana lo hace salir a interpretar su instrumento y terminar con el alma henchida, por los reconocimientos de los desprevenidos oyentes automovilísticos.
Y como todo artista soñador de un mundo mejor, recomienda la música, como ese antídoto a los males de este siglo.