Ataviados como cuan invitados especiales a una fiesta. Hay trajes que no solo se visten, se sienten, se honran y se llevan con el alma. En Santa Elena, el corazón de la tradición florece de nuevo. Después de más de ocho años, 540 silleteros y silleteras reciben un nuevo atuendo y con este renuevan también su promesa de seguir cargando la historia de nuestro pueblo sobre los hombros.
Pantalón y falda de color azul, camisa y blusa blanca junto con accesorios llenos de historia, las famosas cotizas o alpargatas, hechas para caminar por las montañas; la paruma, que acompaña las labores del campo; el sombrero aguadeño, bien campesino que protege del sol mientras se cultivan los sueños; el delantal, testigo de la vida en las cocinas y en los cultivos; y la pañoleta, que recoge el sudor y la fuerza de generaciones que han ofrendado su vida para honrar el legado silletero.
Los silleteros alistan sus prendas con la misma emoción con la que se preparan para cargar sus silletas. Porque este atuendo, es una declaración de orgullo y una forma de decirle al mundo quiénes somos y de dónde venimos, van de gala porque ellos son el centro de la feria.
Hoy no solo estrena atuendo, hoy se visten, una vez más, de Antioquia.
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