Uribia (Colombia), 6 jun (EFE).- Los palabreros de la etnia wayuu, que habitan un amplio territorio entre Colombia y Venezuela, reafirmaron este fin de semana sus saberes dirigidos a la resolución pacífica de conflictos, los que les llevaron a ser reconocidos por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
En Uribia, la capital de este pueblo aborigen y ubicada en el departamento colombiano de la Guajira (norte), concluyó este domingo el vigésimo quinto Festival de Cultura Wayuu, donde se rindió un emotivo homenaje a estos sabios llamados "palabreros".
Este pueblo, conformado por unos 150.000 aborígenes, busca robustecer su cultura y avanzar en la construcción de un reconocimiento que los visibilice y les garantice sus derechos como nación para así detener los atropellos a los que han sido sometidos en su historia.
"Nosotros conocemos la ley guajira, que en todo el sentido de los wayuu es una defensa propia de nuestras comunidades", explicó a Efe el palabrero venezolano José Luis Fernández Jayaliyú, quien atravesó esa frontera, para ellos imaginaria, y se sumó al festival.
Y es que pese a la frontera entre Estados, los wayuu no la ven como tal, ya que este pueblo vivió siempre en un territorio que identifican con su "gran nación wayuu".
Por eso, aseguró Fernández, su objetivo es que los gobiernos de Colombia y Venezuela, así como la sociedad en general, los reconozca.
El palabrero juega un rol principal al interior de la comunidad wayuu pues trasmite la palabra y con ella los saberes y las costumbres que conforman las leyes o normas de convivencia, al tiempo que ejerce de mediador entre los clanes o familias cuando hay disputas.
"Ejercen como un agente social y resguardan los conocimientos de la cultura, conocen el territorio y deben conocer la mayoría de los clanes", explicó también a Efe otro líder, Joaquín Prince.
Sergio Kohen, un palabrero ciego de nacimiento, detalló a Efe que los conocimientos se adquieren desde niño "interviniendo en diferentes problemas, buscando la solución y siempre la paz, la convivencia pacífica, vivir siempre en cordialidad".
Es por eso que los wayuu son vistos como unos de los mejores negociadores del mundo, motivo por el que la Unesco les otorgó la categoría de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2010.
"Nosotros no queremos ningún problema, ni el agraviado ni el agresor, queremos que negocien ese problema de la forma más amistosa", aseguró Kohen.
El palabrero es una persona mayor que por su sabiduría adquirida con el paso del tiempo se gana el respeto de la comunidad, y cuando hay un conflicto entre clanes, la familia materna del agredido convoca a un palabrero para que lleve la palabra ante los ancianos de la familia materna del agresor, a los que expone el problema e indica las demandas de los ofendidos.
"Ellos hacen la consulta primero, toda su familia se reúne, desde el mayor al más pequeño, se escucha que es lo que quieren, si vamos a la guerra o al pago de indemnización; entonces ahí es que se resuelve. Una sola opinión, una sola voz", aclaró Kohen.
Generalmente, los conflictos se dirimen y terminan con un pago por parte del agresor al agredido. Se hace así para evitar que un problema comprometa a toda una familia, matizó.
Según Kohen, "hay un perdón, hay un pase, se dan las manos, hay un brindis; borrón y cuenta nueva; todo lo que pasó, pasó; olvidémoslo, vamos a vivir en paz como veníamos siendo y el palabrero está ahí en medio de los dos bandos", puntualizó Kohen.
Prince explicó que al igual que pasa con los abogados de las culturas occidentales donde hay laboralistas o penalistas, los palabreros wayuu se especializan en solventar distintos problemas.
"Unos resuelven asesinatos, otros violaciones de niñas, robos, amenazas, infidelidades", a los que recientemente se han unido expertos en arreglar disputas con agentes externos a la comunidad.
El festival cerró este domingo con la elección de la Majayut de Oro, una especie de reinado en el que la mujer elegida es quien más y mejor conoce y representa los valores wayuu y a la propia comunidad.