El Cairo, 30 ago (EFE).- Aunque sus fuerzas están mermadas tras semanas de arrestos y la muerte de cientos de sus seguidores, los islamistas egipcios plantaron cara hoy al imponente despliegue militar y policial con protestas que derivaron en disturbios.
Diseminados en pequeñas marchas de cientos de manifestantes, y en algunos casos de miles, los partidarios del depuesto presidente Mohamed Mursi salieron un día más a las calles para rechazar el golpe militar del 3 de julio pasado.
Los Hermanos Musulmanes habían llamado a una "intifada" (levantamiento popular) contra "los golpistas", pero inevitablemente su poder de convocatoria se vio diezmado por los obstáculos impuestos por las autoridades, que llenaron ciudades como El Cairo de vehículos blindados, barreras y alambradas de espino.
Aunque incidieron en el carácter pacífico de las protestas, los disturbios estallaron en esta jornada en gran parte de Egipto, causando entre tres y seis muertos, dependiendo de las fuentes, y decenas de heridos.
Los enfrentamientos más graves entre islamistas y vecinos detractores de Mursi se registraron en las ciudades mediterráneas de Port Said y Alejandría, y en las localidades del delta del Nilo de Zagazig, Damanhur y Banha.
Un hombre falleció de un disparo y 18 personas sufrieron heridas en Port Said, informó a Efe el portavoz de Sanidad, Mohamed Fathalá, mientras que otros dos perecieron en Zagazig, según el diario oficial "Al Ahram".
En El Cairo, dos agentes murieron a primera hora de la mañana en un ataque de desconocidos contra un puesto policial en un barrio del este de la ciudad.
También se sucedieron las detenciones en las citadas poblaciones del delta del Nilo, donde los servicios de seguridad arrestaron a unos 180 simpatizantes de los Hermanos Musulmanes, la mayoría en Banha.
Los disturbios en la capital se centraron en los barrios de Mohandisin y de Guiza, donde las fuerzas de seguridad intervinieron para dispersar las protestas, que crecieron en número al caer la tarde.
Los policías lanzaron gases lacrimógenos y dispararon al aire en Mohandisin, cerca de la emblemática mezquita de Mohamed Mahmud, mientras que los manifestantes encendieron varias hogueras.
En este barrio, cientos de personas se congregaron tras el rezo del mediodía en la plaza Sphinx, en el marco de las marchas bautizadas "El pueblo recupera su revolución".
Un tiroteo se produjo entre los manifestantes y los policías apostados en la zona, que acabaron expulsando a los islamistas, según explicó a Efe un testigo de los hechos.
Para evitar los controles de las fuerzas de seguridad, que cortaron algunas de las principales arterias de El Cairo, los partidarios de Mursi se desperdigaron por calles aledañas.
En una de esas calles, el miembro de los Hermanos Musulmanes Mahmud Saleh lamentó que el despliegue policial y militar está asfixiando las protestas.
"La presión no nos hará claudicar, seguiremos con nuestras reivindicaciones pese a la violencia de las autoridades", aseguró a Efe Saleh con orgullo.
En las marchas predominaron las banderas egipcias, las fotos de Mursi y las pancartas amarillas con una mano con cuatro dedos estirados salvo el pulgar, en homenaje a la acampada de Rabea al Adauiya, cuya primera palabra significa en árabe "el cuarto".
Desde el golpe militar contra Mursi, más de mil personas han fallecido en Egipto, la mayoría en el desalojo de las acampadas de los islamistas en El Cairo el 14 de agosto y en los posteriores disturbios.
La campaña de detenciones también ha sido muy intensa y ha logrado descabezar a la cofradía con el arresto de sus principales dirigentes, entre ellos el guía espiritual, Mohamed Badía.
Para Saleh, esta actuación de las autoridades solo demuestra que tienen "miedo" y quieren que Egipto vuelva al "régimen policial y autoritario" de la época de Hosni Mubarak.
El Ministerio del Interior ya advirtió ayer de que sus fuerzas estaban "totalmente preparadas" para afrontar cualquier conato de violencia y que emplearían munición real en caso de legítima defensa.
Egipto se encuentra, además, bajo el estado de emergencia y el toque de queda, que comienza a partir de las 21.00 hora local (19.00 GMT), aunque en esta jornada entró en vigor dos horas antes para evitar el caos.
Pese a dos semanas de relativa calma, los sucesos de hoy vuelven a poner de relieve la precaria estabilidad de Egipto, donde la sociedad está polarizada y ambos bandos se acusan de "traidores" y "terroristas".
Por Marina Villén