En una ceremonia cargada de simbolismo y tradición, León XIV hizo su primera aparición como líder espiritual ante más de mil millones de católicos en todo el mundo. Previo a su presentación ante los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el nuevo Papa pasó por la emblemática Sala de las Lágrimas, donde lo aguardaban las vestiduras que lo identifican como el máximo representante de la Iglesia.
Vestido con el tradicional hábito coral, León XIV lució una sotana blanca ceñida con una faja de seda adornada con detalles dorados, acompañada por un roquete bordado que enfatizó el carácter sagrado del momento. Sobre sus hombros, la muceta roja simbolizó su lealtad a la causa de Cristo, mientras que la cruz pectoral y el solideo blanco reforzaron su compromiso como sucesor de San Pedro. Con la estola ceremonial y el anillo del pescador, el nuevo pontífice impartió su primera bendición como signo visible de su autoridad espiritual.
En un ambiente de aplausos, lágrimas y fervor, León XIV saludó a los fieles de todos los continentes. Su elección marca el inicio de una nueva etapa para la Iglesia Católica, que mira con esperanza y expectativa el liderazgo del nuevo papa.
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