Fernando Botero, quien falleció en la madrugada del viernes, 15 de septiembre, residía en la ciudad de Montecarlo, en Mónaco.
Allí tenía un estudio tipo loft que le fue proporcionado por el príncipe Alberto II de Mónaco. El edificio, de color rosa y con un encanto colonial similar a las construcciones de Cartagena, albergó las últimas creaciones del artista.
Aunque eligió esta ciudad costera frente al mar Mediterráneo como su hogar durante sus últimos años, no era su lugar favorito.
En muchas entrevistas, Botero dejó claro que tenía una residencia donde disfrutaba mucho más su estancia: su casa en Pietrasanta, en la costa italiana. En esta casa tenía algunas de sus obras de arte, como frescos y esculturas, pero la verdadera razón para amar este lugar eran sus vecinos y la comunidad local.
"Me encanta vivir en Pietrasanta. Este pueblo se ha convertido en una gran familia, un lugar donde todo el mundo me conoce y donde puedo compartir una palabra amigable y una copa de vino. Disfruté pintando en la pequeña capilla de la Misericordia y regalé dos frescos como muestra de mi amor por esta tierra. Tengo varias casas alrededor del mundo, pero sentimentalmente hablando, esta es mi morada favorita", expresó el artista en una entrevista para el medio The Florentine.
Pietrasanta ha sido reconocida como una ciudad de artistas, gracias a la abundancia de mármol de Carrara, lo que ha atraído a numerosos escultores a la zona.
Fernando Botero Pietrasanta
