Los hechos ocurridos en Buenos Aires, Argentina, con motivo del descenso del equipo River Plate, fueron noticia que le dio la vuelta al mundo y causaron escozor en muchas partes.
Casi un centenar de personas resultaron heridas como consecuencia de los disturbios que produjo el bajón del equipo de fútbol argentino River Plate este fin de semana. Da grima ver lo que sucedía en ese estadio y en sus alrededores. Piensa uno en los niveles de conciencia que tenemos como cultura, como civilización.
Pegada al suelo está, esa conciencia.
Una vez más lo asalta a uno la necesidad de decir una palabra sobre la creciente incoherencia entre deporte y violencia, fútbol y trifulca, juego y rabia. Todas, por definición, por esencia, por lógica, por ética, se excluyen entre sí. Pero la realidad las hace ver como si por naturaleza fueran afines, como si fútbol profesional fuera sinónimo de batalla.
Es el juego convertido en fuego, pero no el fuego que da luz sino el que acalora y consume. Algo gravísimo en materia de erosión ética está pasando en una juventud que es incapaz de aceptar una pérdida producto del juego, aficionados que convierten la ganancia del otro en afrenta como en las peores historias de los más perversos tahúres.
Luis Alirio Calle M.
@luisaliriocalle