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Tokio, 9 abr (EFE).- Internet se ha convertido en Japón en una herramienta indispensable para pedir ayuda, gestionar donaciones, encontrar personas desaparecidas e informar a la población desde la tragedia que sobresaltó al país el 11 de marzo.
En las primeras horas tras el terremoto de 9 grados y posterior tsunami, de los que el lunes se cumplirá un mes, internet demostró ser un medio esencial, ya que no sufrió el colapso de la red de telefonía móvil y se convirtió en uno de los principales instrumentos para localizar personas en la confusión inicial.
Durante este tiempo, los japoneses han hecho uso de internet para enviar ayuda a la zonas afectadas o conocer las peticiones de damnificados, como el conmovedor mensaje que el desesperado alcalde de Minamisoma, Katsunobu Sakurai, colgó en "Youtube" el mes pasado.
Minamisoma, una localidad en la que quedan 20.000 habitantes que decidieron no abandonarla, se encuentra a poco más de 20 kilómetros de la central nuclear de Fukushima Daiichi, por lo que el Gobierno recomienda a los habitantes que no salgan de sus casas para no exponerse a la radiación.
Ese aislamiento y el miedo a la radiactividad han provocado una enorme escasez de alimentos y productos básicos, aunque tras el llamamiento la ciudad ha mejorado su situación gracias a las aportaciones llegadas de todo el mundo.
Las redes sociales como Twitter, Mixi o Facebook también han demostrado su eficiencia para poner en contacto a familias separadas por la tragedia o informar a los residentes desde los Gobiernos locales o las embajadas.
Twitter y Mixi, que en Japón usan unos 15 millones de personas, han creado un gran flujo de información entre personas que buscan o conocen el paradero de desaparecidos, ya que muchos refugiados aún permanecen en remotos refugios en el norte del país.
Las redes sociales se han sumado a la labor de la radio y los rudimentarios paneles informativos a la entrada de los centros de evacuación para saber si los seres queridos se encuentran bien.
Pese a que muchas personas mayores no están familiarizadas con la informática ha habido colaboradores espontáneos, como un ciudadano de Sendai, capital de la provincia de Miyagi, la más afectada por el terremoto, que al ver la desesperación que reinaba en los refugios por conocer la suerte de familiares se sirvió de Twitter para ayudarles.
El internauta decidió tomar fotos de las personas que pasaban la noche en el refugio y ponerlas en su cuenta de Twitter. En menos de una hora un centenar de personas le enviaron mensajes de agradecimiento por ayudarles en su angustiosa búsqueda.
Otros tomaron ejemplo, intercambiando listas de nombres y mensajes, al igual que Google que ha establecido una completa base de datos, con más de 300.000 entradas, en la que se pueden buscar desaparecidos o reportar el estado de otros.
La magnitud de la tragedia ocasionada por el terremoto y el gran tsunami del 11 de marzo, que ha dejado casi 28.000 muertos y desaparecidos, ha movilizado a un gran número de japoneses, que han encontrado en internet una manera sencilla para apoyar a las cientos de miles de personas que han perdido sus casas y su medio de vida.
Google permite donar dinero a instituciones como la Cruz Roja o Unicef con un simple click y un número de tarjeta de crédito, lo que ha ampliado la rápida respuesta alrededor del mundo para ayudar a Japón en su mayor desastre desde la II Guerra Mundial.
Asimismo, la crisis nuclear de Fukushima ha subrayado la importancia de mantener informada con datos fiables y actualizados a la población, así como la utilidad de redes como Facebook o Twitter para que agencia públicas o embajadas consigan difusión.
Los japoneses y extranjeros pueden consultar en todo momento las noticias provenientes de las instituciones del Gobierno e incluso de internautas voluntarios sobre los niveles de radiactividad en el aire y el agua de las principales ciudades del país.
Un gran número de embajadas extranjeras se han trasladado a Facebook, desde donde se informa en tiempo real de cortes de luz y de suspensión de trenes, para dar a conocer los datos sobre las radiaciones provenientes de la central de Fukushima, que autoridades locales aseguran no suponen una amenaza para los residentes en Tokio.
Jairo Mejía