A sus 90 años, Inesita no solo conserva una vitalidad envidiable, sino también un espíritu emprendedor con sus tradicionales aliños. Hoy necesita la ayuda de todos, ya que los productos podrían perderse por la falta de ventas.
Todo empezó como una iniciativa sencilla. En casa, Inesita solía preparar aliños para sus comidas y también para los vecinos que la visitaban. Fue entonces cuando surgió la idea de convertir esa costumbre en una fuente de ingresos.
Junto a Andrea y su mamá, comenzaron a hacer pequeñas tandas de aliños para vender, primero en el vecindario y luego a través de redes sociales, donde la historia rápidamente se volvió viral.
“Yo hago esos aliños con mucho amor, porque me gusta mucho hacerlos. Cuando ella me dice: vea, mañana vamos a hacer aliñitos, yo me levanto y los hacemos acá en la casa o abajo”, contó Inesita.
Lo que comenzó como un experimento entre risas y cariño, se transformó en un emprendimiento sólido. Ahora, piden la ayuda de todos para poder terminar de vender las 7.000 unidades que tienen disponibles.
“Tenemos un lote de 7.000 especias que no hemos logrado vender y estamos haciendo una campaña muy bonita junto a todos nuestros nietos virtuales. Que nos apoyen y que todos nos unamos a apoyar este gran sueño”, indicó Andrea Arias López, nieta de Inesita.
Su historia ha conmovido a muchos porque representa algo más grande que un simple negocio: es la muestra de que nunca es tarde para empezar, que el amor familiar puede convertirse en motor de cambio y que los adultos mayores tienen mucho por aportar.
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