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La historia de Villa Hermosa, los jardines que se volvieron un barrio

La historia de Villa Hermosa, los jardines que se volvieron un barrio

El proceso de poblamiento de Villa Hermosa despegó con fuerza en la década de 1940, siguiendo una tendencia que se imponía en Medellín por aquellos años. Los urbanizadores comenzaron a adquirir grandes extensiones de terreno y fincas completas en zonas próximas al centro de la ciudad.

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En lo alto de la ladera oriental, donde alguna vez el viento danzaba libre entre potreros, mangas y caminos de tierra, nació un barrio que con el tiempo se convertiría en símbolo de transformación y pertenencia: Villa Hermosa. Allí, donde las montañas abrazan la ciudad y el sol se posa con suavidad sobre los techos de teja, comenzó a escribirse una historia forjada por la memoria de sus habitantes, la lucha obrera, el sueño de una vida digna y el amor profundo por un pedazo de tierra que ha sido testigo de todo.

“En 1940 empiezan los terrenos de lo que se conocería como la finca Villa Hermosa, la construcción de este barrio. Hay un hito particular en la toponimia, es decir, en cómo nombramos los lugares, en Medellín particularmente encontramos mucho el nombre de villa, recordemos que villa es el punto de partida de Medellín, porque su nombre fue Villa de Nuestra Señora de La Candelaria de Medellín”, dice Daniel Ramírez Mejía, miembro de la Academia Antioqueña de Historia. 

 Adriana María Galeano, una de sus voces más antiguas, lleva en el corazón los primeros pasos del barrio. Recuerda con nostalgia cuando las calles aún no existían, cuando el barrio era apenas un tapiz verde y salvaje donde los niños corrían entre las mangas jugando al escondite.

“Vivo en Villa Hermosa desde 1962, el barrio no era poblado como lo es ahora, era más que todo mangas, recuerdo que los niños jugaban al escondite”, cuenta Galeano.

 Los terrenos de la antigua finca Villa Hermosa se comenzaron a parcelar. Lo que antes eran casas de recreo y fincas familiares, ahora se transformaba en lotes donde las familias obreras construyen, con esfuerzo colectivo, sus casas, templos, escuelas y espacios comunitarios.

“Estos terrenos se le harían los trazados urbanos, se trazarían las vías y hay unas particularidades en algunos se levantarían viviendas destinadas a los obreros y trabajadores y otras familias que llegarían y hay una particularidad que a otros se les entregaban los lotes”, agrega el historiador. 

 “La gente empezó a llegar primero que todo preguntaba, bueno quién es el dueño de este terreno, buscaban donde ubicarse porque en ese tiempo la gente era demasiado pobre”, recuerda Adriana.

Villa Hermosa es un rompecabezas de memorias, luchas, cambios y esperanzas. Es un barrio donde la vida se ha abierto camino entre el cemento, las flores y los sueños, donde el urbanismo pensó no solo en la construcción física, sino en la posibilidad del descanso, el conocimiento y la convivencia.

“Yo me siento orgullosa, muy contenta, muy agradecida con la vida que me dio la oportunidad de nacer en este barrio que lo amo, si a mí me preguntan ¿te irías a vivir a otro lado?, yo digo que no, aquí me quedo”, asegura Galeano.

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Y quizás lo más hermoso de Villa Hermosa es que quienes viven allí no desean irse. Como Adriana, muchos sienten que este barrio les dio la vida que merecían.

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