Medellín le abrió las puertas a la posibilidad de tener mar, una ilusión que hasta ahora parecía lejana para personas como doña Carmen que por falta de recursos no lo ha podido conocer.
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A sus 68 años, después de trabajar la mitad de su vida como emprendedora vendiendo empanadas y levantando a su familia, doña Carmen hace parte de los miles de paisas que no han podido conocer el mar.
“Inmenso me lo imagino inmenso, pero una cosa es imaginarse y otra cosa es ver eso no es así claro a mí me gustaría conocerlo, pero desafortunadamente no he tenido la forma”, contó Carmen Cecilia Vanegas, habitante de Medellín.
Desde muy joven, junto a su papá, Carmen tuvo que trabajar para sacar adelante a sus otros seis hermanos. Tiene cuatro hijos y cinco nietos y como una mujer independiente, sueña con tener los recursos suficientes para conocer el mar y no preocuparse por lo económico.
“Uno irse así, si me entiende, es muy maluco, no hay cosa más sabrosa que lo inviten, pero uno también tenga forma para gastar”, dijo.
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La posibilidad de que Medellín tenga mar la llena de ilusión. Lo imagina, sueña con poder sentir la arena, pero sobre todo poder tenerlo tan cerca.
“Avemaría, de una voy, de una, claro porque me queda más cerquita, mucha diferencia de aquí a allá a la costa”, manifestó.
Como dice el dicho entre los paisas, a Medellín solo le falta mar, y ahora será una realidad.
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