En plataformas digitales cada vez se vuelve más común utilizar una amplia gama de filtros que cambian el color del cabello, los ojos o incluso la forma del rostro. Según un estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Boston, el uso de dichas ediciones en fotografías y videos puede distorsionar la percepción que tiene una persona sobre su propia imagen.
“Hoy en día donde estamos inmersos todo el tiempo a desenvolvernos a través de redes sociales, tenemos la opción de vernos diferentes, con retoques que pueden llegar a alterar cómo percibirnos, por ejemplo, esos filtros que nos cambian el color de piel, las facciones, son herramientas que a largo plazo se pueden convertir en una dismorfia, que es cuando un individuo está preocupado por uno o más defectos percibidos en su aspectos físico”, explicó Maria Camila Naranjo, psicóloga.
Esta situación también refleja cómo dichas alteraciones digitales pueden generar expectativas poco realistas y a menudo inalcanzables sobre la apariencia física.
Los hallazgos también indican que este grupo de usuarios es particularmente vulnerable a la insatisfacción corporal y, como resultado, muestra una tendencia mayor hacia la realización de cirugías estéticas.
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