Restaurar un inodoro usado es una tarea que no cualquiera se atreve a hacer, pero, desde hace más de 30 años, una familia ha convertido los retretes desechados en su sustento diario.
Los Vélez son emprendedores. Estos no trabajan el cuero ni son dueños de bancos, pero también son un ejemplo, pues transforman los sanitarios que han sido desechados y muchos no se atreven ni a tocar.
“Mucha gente dice que no es capaz de meterle la mano a un baño y ese es el pan de nosotros de cada día: hacerles aseo, mantenerlos limpios. Eso obvio lleva su desinfección, se le echa ácido; lleva su buen trabajo. Eso queda bello, queda bonito”, indicó Cristian Vélez, restaurador de inodoros.
Esta familia recibe los inodoros completamente sucios y deteriorados luego de años de uso, y los convierte en piezas listas y limpias para volver a ser utilizadas.
“Primero, llegan super sucios y uno dice: ¿será que sí soy capaz de lavarlo? Pero en el momento toca echarles buen ácido y esperar un rato”, agregó Vélez.
Aunque no sea un trabajo de gran reconocimiento, ellos llevan con orgullo una tradición familiar que viene desde sus abuelos.
“Esto ha venido de generación en generación. Mi abuela fue la que empezó esto hace años y ahí se unieron los nietos, los hijos. Así sucesivamente nos fuimos durante el tiempo hasta el día de hoy”, finalizó.
Hace 35 años que los Vélez se instalaron en el sector de La Minorista y, desde entonces, demuestran que hasta los baños merecen segundas oportunidades.
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