Tras la “superada” pandemia de la COVID-19, las medidas sanitarias se han flexibilizado, incluso desaparecido en algunos países. Por ejemplo, el uso del tapabocas o el constante lavado de manos cada vez es menos frecuente en los espacios cerrados.
Según la Universidad Johns Hopkins, hasta el 8 de noviembre se han aplicado 12 mil millones de dosis de diferentes vacunas, en las regiones, y aun así este virus no ha desaparecido.
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Lo alarmante es que la COVID-19 sigue mutando, para encontrar un fuerte combate al sistema inmune de las personas.
La OMS viene monitoreando una nueva variante denominada BQ.1 que ya ha sido detectada en 65 países. Sin embargo, no se tiene certeza sobre su potencia de contagio y del porcentaje de evasión a las vacunas.
La BQ.1 es descendiente de la BA.5 variante de ómicron. Estados Unidos tiene a esta variante en el radar porque el 12% de las infecciones que consultan en urgencias de este país, se deben a esta.
Esta mutación, según los estudios, puede ser la mezcla de muchas variantes. Estados Unidos investiga si los refuerzos de Pfizer y Moderna son los más efectivos para combatirla.
Los síntomas son casi los mismos para coronavirus. Tos, fiebre, dificultad para respirar, fatiga, dolor de cabeza, pérdida del gusto y el olfato, dolor de garganta, náuseas, congestión nasal.
William Schaffner, especialista en enfermedades infecciosas, en conversaciones para ABC, dice que esta enfermedad hasta el momento no es más grave, pero que es temprano para evaluar su completa evolución.