Por un momento el sonido de las campanas y las lágrimas se mezclaron. Las familias de las primeras 33 víctimas en ser sepultadas, se abrazaron a los féretros buscando explicación de porqué ya no la abuela, el hermano, el hijo, el papá, la mamá, el sobrino… ya no estaban. Cada lágrima reclamaba un ¿por qué? Una explicación a lo que transformó a Salgar en el símbolo del dolor.
22 mayo, 2015
Antioquia