Se trata de los colombianos Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá; Jairo Jaramillo Monsalve, de Barranquilla; Dario de Jesús Monsalve Mejía, arzobispo de Cali, y Gonzalo Restrepo Restrepo, de Manizales.
El papa Benedicto XVI impuso hoy en el Vaticano el palio, símbolo de comunión con el obispo de Roma, a 45 arzobispos, entre ellos 17 iberoamericanos. Los iberoamericanos son cuatro colombianos, siete brasileños, dos chilenos, un argentino, un ecuatoriano, un guatemalteco y un español.
Los brasileños son Sergio Da Rocha, arzobispo de Brasilia; Dimas Lara Barbosa, de Campo Grande; Pedro Brito Guimaraes, de Palmas; Murilo Sabastiao Ramos Krieger, de San Salvador de Bahía; Jacinto Bergmann, de Pelotas; Helio Adelar Rubert, de Santa María y Pedro Ercilio Simon, de Passo Fundo.
Los chilenos son Ricardo Ezzati Andrello, arzobispo de Santiago y Fernando Natalio Chomali Garib, de Concepción.
También recibieron el palio los arzobispos Fausto Gabriel Trávez Trávez, de Quito (Ecuador); Oscar Julio Vian Morales, de Guatemal(Guatemala), y Juan Alberto Puiggari, de Paraná (Argentina).
El español es Luis María Pérez de Onraita Aguirre, nombrado el pasado mes de abril arzobispo de la recién creada provincia eclesiástica de Malanje, en Angola.
Asimismo, el papa impuso el palio a Gustavo García Siller, arzobispo de San Antonio (EEUU) y nacido en México, y a José Horacio Gómez, de Los Ángeles (EEUU), nacido también en México.
De los 45 arzobispos, a cinco le será entregado el palio en sus respectivas archidiócesis, al no poder asistir hoy personalmente a la ceremonia.
El palio es una faja de lana blanca, de entre cuatro y seis centímetros de ancho, con seis cruces de seda negra bordadas longitudinalmente.
Están confeccionados con la lana de dos corderos blancos que tradicionalmente eran bendecidos en la basílica romana de Santa Inés el 21 de enero de cada año, la festividad de la santa.
En los últimos años han sido bendecidas en el Vaticano, donde son llevados los corderos ante el Papa en sendas cestas de mimbre decoradas con flores.
Los dos animales, ofrecidos por el cabildo de la basílica de San Juan de Letrán siguiendo una antigua tradición, son más tarde entregados a las monjas benedictinas de santa Cecilia, que se encargan de esquilarlos y confeccionar los palios.
Al principio el palio era un signo litúrgico exclusivo de los papas, aunque más tarde éstos lo concedieron a los obispos que habían recibido de Roma una especial jurisdicción.
El primer papa que lo concedió fue Simmaco, en el año 513 y lo impuso a Cesario, obispo de Arles (Francia).
Desde entonces se extendió esta imposición a los arzobispos metropolitanos.
Tras la imposición del palio, en el ángelus, el Papa saludó en español a los varios centenares de fieles latinoamericanos, entre ellos, de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador y Guatemala, a los que invitó a rezar "para que, estimulados por su ejemplo y ayudados por su intercesión, la Iglesia permanezca en el mundo como signo de santidad e instrumento de reconciliación".
Después hablando en portugués tuvo palabras de afecto para los arzobispos brasileños y angoleños.