Ciudad del Vaticano, 20 sep (EFE).- El papa Francisco dijo hoy que "el primer derecho de una persona es su vida" y por ello "la atención a la vida humana en su totalidad se ha convertido en los últimos tiempos en verdadera prioridad del magisterio de la Iglesia, particularmente a aquella mayormente indefensa".
El papa argentino pronunció estas palabras durante la audiencia a los ginecólogos católicos que participaron en el encuentro promovido por la Federación Internacional de las Asociaciones Médicas Católicas, presidida por el español José María Simón Castellví.
"La situación paradójica se ve en el hecho de que, mientras se atribuyen a las personas nuevos derechos, a veces aunque supuestos, no siempre se tutela la vida como valor primario y derecho primordial de cada hombre. El fin último de la actuación del médico es siempre la defensa y la promoción de la vida", mantuvo el papa.
Insistió el pontífice en que el "el primer derecho de una persona es su vida. Ella tiene otros bienes y algunos de ellos son más preciosos, pero aquel es el bien fundamental, es condición para todos los demás".
El papa subrayó que "las cosas tienen un precio y son vendibles, pero las personas tienen una dignidad, valen más que las cosas y no tienen un precio".
Por eso -advirtió-, la atención a la vida humana en su totalidad se ha convertido en los últimos tiempos en verdadera "prioridad del magisterio de la Iglesia, particularmente a aquella mayormente indefensa, es decir, al discapacitado, a los enfermos, al recién nacido, a los niños y a los ancianos".
Para el obispo de Roma, "cada niño no nacido, pero condenado injustamente a ser abortado, tiene el rostro del Señor, quien ya antes de nacer, y después apenas ya nacido experimentó el rechazo del mundo".
El papa dijo a los ginecólogos que el hecho de ser ellos católicos "comporta una mayor responsabilidad" (..) para contribuir a reconocer en la vida humana la dimensión trascendental, la impronta de la obra creadora de Dios desde el primer instante de su concepción".
Y este compromiso "de nueva evangelización requiere a menudo ir a contracorriente, con tu propia vida", enfatizó.
Según el pontífice, la credibilidad de un sistema sanitario no se mide sólo por su "eficacia" sino sobre todo por "la atención y el amor" hacia las personas, cuya vida es siempre "sagrada e inviolable".
"No existe una vida humana más sagrada que otra, como no existe una vida humana cualitativamente más significativa que otra", concluyó.