En total 20.142 casos de violencia sexual se presentaron el último año en Colombia. Aunque la cifra es menor a la del año anterior, aún preocupa a las autoridades. El problema es que la violencia no es solo sexual.
Las cifras no son alegres. Aunque en el 2010 se reportaron 300 casos menos de violencia sexual comparados con el año anterior, los índices de maltrato a menores siguen creciendo. Es decir los niños siguen siendo las principales víctimas.
La situación no es gratuita. Según Isabel Cuadros, directora de la organización Afecto que promueve el buen trato entre los menores de edad, los menores siguen siendo el reflejo del quiebre del tejido social, “no de ahora sino de hace muchos años”, aclara la psiquiatra.
Según Cuadros, en toda sociedad existe la principal barrera contra el abuso que es la red de apoyo, esa que está conformada por los familiares más cercanos y vecinos, que ayuda a los menores en caso de presentarse algún signo de violación de sus derechos.
Pero problemas como el del desplazamiento forzado por ejemplo, hace que esa red se rompa y que haya así más vulnerabilidad. No quiere decir que la violencia contra los niños, sea relacionada con el abuso sexual o no, tenga mayor influencia en los estratos bajos, aclara Manuel Enrique López, asesor de la Personería de Medellín.
Según el experto, la violencia es algo que se da en todos los ámbitos y estratos y solo cuando el menor es recibiente, es decir, que tuvo un acompañamiento adecuado durante sus primeros años de vida, que se puede dar el cambio.
“Uno aprende a ser recibiente durante los dos primeros años de vida, es ahí donde se aprende a ser independiente, a tener confianza en el entorno, así las dificultades que se encuentran en la vida se pueden superar fácilmente”. Aclara Álvaro Posada, médico pediatra, fundador del Grupo de Puericultura de la Universidad de Antioquia.
Pero no todo está perdido, si bien es cierto que en los niños maltratados se producen unos daños tanto psicológicos como físicos que son muy difíciles de recuperar, en la actualidad existen terapias para ayudar a mitigar esos daños.
Por eso la organización Afecto, entre otras, promueve las prácticas del buen trato para hacer ese cambio en el círculo vicioso del maltrato.
Y aunque las cifras presentadas por medicina legal son altas, el problema va más allá. Explica Manuel López que el maltrato no es solo el abuso sexual sino todos aquellos actos u omisiones que interfieren con el desarrollo de los niños.
Uno de los primeros ejemplos del maltrato van desde la etapa de gestación, “una mamá que no tiene los cuidados para tener a su bebé y que está sola se constituye como un maltrato al niño”. Por eso las prácticas del buen trato.
En la primera infancia un niño que es obligado a controlar sus esfínteres tempranamente, o sea antes de los dos años de edad, también es abusado. “El niño es como un animal que se puede educar, claro, pero en esa edad la enseñanza es a punta de miedo”, aclara el experto.
Que un niño utilice un caminador, también es un acto de violencia infantil, se está obligando a que haga algo que no corresponde a su desarrollo, con el agravante de que se cambia su centro de gravedad.
En los estratos altos sobre todo, se evidencia otro fenómeno y es la sobreexigencia o por el contrario la sobreprotección.
En la primera se pide al menor que dé más allá de sus capacidades para complacer a los papás, por ejemplo enseñarle a leer a un niño de menos de tres años.
En el segundo se olvidan los papás de la importancia del aprendizaje, en ambos casos se crea un daño en las conexiones neuronales, que pueden ser visualizadas fácilmente en una red bien constituida.
En lo que son claros los expertos es en afirmar que en ningún momento estaremos libres de la violencia, en especial en contra de los niños, niñas y adolescentes. La importancia está en decidir. ¿Es usted un bien tratador?
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